lunes, 25 de octubre de 2010

Capítulo 1

Paso las manos por mi cara, echando el pelo hacia atrás mientras la sal recorre mi piel, finalizando su viaje en el suelo mojado. Noto el agua dulce rodar por mis labios con otro sabor, llevándose los restos de mar. Me escurro la melena como si se tratara de un trapo de cocina y vuelvo a la toalla manchando de nuevo mis pies.
La sacudo antes de secarme con ella, aunque en vano, porque acabo llena de granitos de arena otra vez.
Rodrigo y Ana juegan a las cartas sobre el cubo de las bebidas colocado boca abajo en forma de mesa.
Me doy cuenta del detalle y rompo el silencio llamando su atención.
- ¿No queda nada de beber?
Rodrigo, que está de espaldas a mí, se gira y me mira con una sonrisa en modo de disculpa.
- No...ya hemos acabado todo, creo que Alex se llevó la última cerveza.
Dirijo la vista al horizonte donde supuestamente la había dejado antes de irme a las duchas. Rodrigo se da cuenta.
- Seguramente fuera para Iván, a Alex no le gusta.
- Está bien, no pasa nada.
Miento. Tengo una sed que sería capaz de beber el Cantábrico de un trago.
Me arropo con la toalla y tirito sentada en la de Rodri.
Iván y Alex vienen bromeando, mojados y rebozándose como croquetas. Ríen, juegan divertidos y al llegar junto a nosotros, se lanzan sobre Ana que grita bajo ellos inútilmente.
No puedo evitar reírme yo también, aunque preparada para recibir la misma broma después.
Me equivoco al tener esa sensación porque enseguida se cansan y se sientan en la arena.
Iván mira la "mesa" donde bailotean algunas cartas con la brisa.
- ¡Ey! ¿No hay nada para comer? El mar me da un hambre voraz, Dios...¡me comería un caballo!
Le miro entrecerrando los ojos.
- Pues parece que no, se ha acabado todo. Tampoco hay bebida y yo me muero de sed...no sé quien se habrá llevado la última cerveza.
Sonríe pícaro culpándose a sí mismo.
- Te jodes...
Ríe a carcajadas y se protege la cara cuando me ve dispuesta a lanzarme sobre él. Le tiro despacio de las orejas, jugando y amenazándole con arrancarselas. Nos hacemos cosquillas un buen rato y acaba sobre mi. Entonces se para, mira a los demás que charlan a un volumen especialmente bajo, al volumen perfecto para cotillear a cualquier victima que se les cruce en el campo visual.
Vuelve a mirarme, me guiña un ojo con una amplia sonrisa y me besa en la mejilla. Luego se levanta y busca algo en su mochila.
- Voy a comprar, ¿queréis algo?
Se giran buscando el dinero en sus carteras preocupados de que se fuera sin sus pedidos.
- Tío, cómprame una napolitana o algo que tenga chocolate, no sé.
-Pero si se te va a derretir...
Alex empuja a Rodrigo moviéndo apenas su cuerpo. Basta ver la diferencia entre ellos. Alex, diminuta y sin apenas carne en sus bracillos, frente a un tío tan corpulento y grande como lo es Rodri.
Se ríen, pero el comentario no le hace cambiar de opinión.
Iván coge el dinero de su amigo y echa un vistazo a las chicas. Ambas niegan con la cabeza, después me mira sonriendo.
- ¿Tú quieres algo, Emma? No sé...¿Te apetece una cerveza?
Ríe.
-Iré contigo. Seguramente se te olvide lo de Rodri...
Le saco la lengua y le sonrío.
- Vale, te espero.
Me levanto y ato el pareo de Ana a mis caderas. Nunca me gustó andar por ahí en paños menores. Echo mi pelo hacia atrás y lo recojo en una cola de caballo. Aún está mojado.
- Lista.
Me acerco a él que bromea invitándome a pasar con una reverencia exagerada. Sonrío y le sigo la corriente divertida.
Mientras subimos las escaleras, noto como nos llueven miradas a las espaldas. Me giro y confirmo mis sospechas. Los tres nos miran sonriendo con cara de "aquí hay tomate", pero yo no me lo tomo como ellos y la vergüenza, con un toque de confianza, hace que les saque un corte de manga amistoso.
Se lo merecen, pienso. Me río de mí misma y de la absurda situación.
Por el camino apenas nos dirigimos la palabra. Yo le noto incómodo y eso me pone nerviosa, cosa que seguramente él también supone.
Odio que el paseo hasta la tienda sea tan eterno.
- Vaya mierda, ¿eh?
Me sorprende en otros mundos, no esperaba que fuera a hablar.
- ¿Mierda el qué?
Ni siquiera sé de qué habla y me siento aún mas estúpida.
- Que se acabe el verano. Ya mañana nos toca madrugar, empezar de nuevo, aunque ésta vez, lo haremos separados.
- Lo sé. Tenemos que ser positivos de todas formas. A todos nos cogieron en la Universidad y sacamos buenas notas. No podemos quejarnos.
Me mira poco convencido. La verdad es que ni yo estoy segura. Tengo miedo con solo pensar que estaré sola y que tendré que socializarme si quiero apuntes a lo largo del curso. Intento autoconvencerme de que eso sale solo, pero me da un escalofrío cuando nos imagino a los cinco encerrados en casa, estudiando como locos y perdiendo el contacto poco a poco.
Me paro de repente y cojo su mano.
- Iván.
Se vuelve a mi, preocupado, apretándo mi mano como si esperara algo.
- ¿Qué?...
Apenas se le oye y parece asustado. Procuro no hacerle esperar más y comienzo a hablar según pasan las palabras adecuadas por mi mente, desechando las malas.
- No quiero que perdamos el contacto. Sé lo que pasa con las carreras y todo el mundo dice lo mismo al empezarlas, pero nadie cumple lo que dice, ¿sabes? Es como si te lavaran el cerebro y dejases de querer a tus amigos, como si ya no te importaran, es horrible, es como si...
- ¡Eh!, ¡eh!
Me coge los hombros haciéndome callar.
-No va a pasar nada de eso. ¿Crees que todos los que olvidaron a sus amigos estudiando en la Universidad pensaban como tú?
Hace una pausa.- Permíteme que conteste yo. No, por supesto que no. Nos seguiremos viendo los cinco y estaremos genial porque nos echaremos aún más de menos.
Sonríe esperando mi reacción. Entonces actúo por impulso y le abrazo fuerte. Él me responde apoyando su cabeza sobre la mia.
- No te preocupes Emma, yo estaré siempre contigo.
* * *
La playa se vacía y el tiempo pasa más rápido de lo que desearían algunos.
Las madres se levantan para sacudir las toallas de sus hijos en algún punto solitario, lejos de los rezagados que todavía siguen tumbados bajo los últimos rayos de sol.
Los niños aprovechan para hacer el último agujero junto a sus padres, algunos incluso, muerden un bocadillo que cruje por la arena. Se lo devuelven a su mamá con mala cara y optan por saborear zumo de melocotón.
Un padre bastante joven, le cambia el pañal a su pequeña obra de arte, tan rubia como él.
Una pareja se besa sobre la arena mientras enlazan sus brazos y piernas. Algunas ya sacuden las chanclas y suben las escaleras sin ganas de abandonar la playa.
Alex se pone la sudadera de Nike Air rosa palo sobre la parte de arriba del bikini dejando sus finas piernas al aire.
Ana se incorpora y retira sus Rayban en forma de diadema para sujetar su pelo largo. Mira a Rodrigo que hace que duerme. En realidad escucha a las olas quejarse cuando llegan a la orilla.
Las chicas se miran y sonríen.
- Estos dos tardan mucho, ¿no crees?
Ana se sienta mejor para ver la expresión de su amiga.
- ¿Tú crees que?...
Se para. Espera que acaben la frase por ella, pero no tiene esa suerte. - ¡Quizá se hayan besado por fin!
- Que va, Anita. Conozco a Iván lo suficiente como para saber que es igual que yo con las chicas y a mi esas cosas me cuestan.
Rodrigo sorprende al dúo con su intervención de cotilla marginado y ríen cuando se dispone a sentarse con ellas para opinar también.
Ana mira el mar y parece estar hablando con él.
- Yo creo que hacen buena pareja. Los dos son tan románticos, buenas personas, dulces...
Mira a sus amigos buscando atención. - Se conocen desde hace tiempo, tienen que sentir algo. No sé por qué aún no ha pasado nada.
El silencio les invade. Las últimas palabras aún retumban entre ellos. Cada uno piensa una relacion Iván-Emma de una forma diferente. Probablemente, ninguna fuera la acertada.
- Ahí están.
Miran a la vez las escaleras que hace unos segundos lucían tristes de soledad.
Bajan aireados, frescos y con los ojos llenos de felicidad. Saben que se ha hecho tarde y que desde las toallas, se están imaginando mil historias...
Traen un montón de cervezas que tienen que abarcar con los dos brazos.
- Hemos pensando en pasar aquí la noche, ¿qué os parece?
Los demás se sorprenden observando las latas mojadas sobre las toallas. Iván insiste sacando la cena de la bolsa.
- No me digáis que ésto no tiene buena pinta.
Sonríe. - Estaban allí esperándonos. Venga, lo pasaremos bien. Podemos cocinar en aquella parrilla.
Se vuelve. - Tú tienes mechero, ¿no?
Emma lo busca en su mochila y lo encuentra tirado entre los auriculares del Ipod y la cajetilla de Lucky. Lo saca montrándoselo, esperanzada por que sus amigos acepten la invitación.
- Dejad de mirarme con esas caras de besugos, el mar está por allí.
Señala bromeando. - ¿Qué me decís? Es nuestra última noche de verano...
Emma sacude la cabeza.
- No se habla más. Está decidido. Os quedáis con nosotros sí o sí.
Rodrigo abre una de las latas y le pega un trago abundante.
- Yo no pienso cocinar...
Ríe haciendo muecas de vagancia. Iván choca su mano con Emma y corren a la parrilla para empezar cuanto antes.
Será una gran noche, o al menos, eso esperan.